Si alguna vez consigues descifrar mi
vida de entre estos versos, oh querido dragón de fuego, vuela libre
entre las hojas de papel que jamás serán firmadas, desliza tus alas
sobre los lagos hechos de lágrimas que impregnaron historias
escritas y plasmadas también sobre él. Podrás ser libre cuando
descubras los entresijos de mi alma, a los que te até por no saber
hablar, por solo querer expresarme por escrito, pues por ser egoísta
te até.
Até tus tiernas garras a una vida
llena de turbulencias que tenía existencia entre los escombros de
una casa derrumbada de la que nunca pretendí escapar. Con tinta te
tuve preso a unos versos que jamás dejé marchar y las dulces minas
del lapicero crearon tus cadenas casi sin atender a razones.
Arrinconada al fuego ardiente de los
escritos arrugados y tirados a placer, calenté mis días y mis
noches; anhelé infiernos y cielos, y soñé con un futuro prometedor
en el cual continuaba teniéndote atado a mi.
Cuando cierres por última vez tus
ojos, oh querido dragón, dejame aquí con el sueño de la
literatura, dejame continuar pensando que alguna vez esas cadenas que
nos aprisionaron, serán alas de libertad y unas cuantas monedas para
ponerle techo a mi alma y un plato de comida caliente para aquellos
que todavía apuestan por mi.
Pues nunca fuimos el uno sin el otro,
porque mis besos no desprenderían fuego sin tus versos ni mi mente
maquinaría la felicidad que se encuentra entre tus lineas.
Cuando te llegue el momento, oh querido
dragón de fuego, cuando llegue tu momento y sobrevueles los más
insólitos rincones de mi alma, llévame contigo y con el sueño de
ser algún día lo que, siempre, juntos, anhelamos ser.
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