viernes, 17 de mayo de 2013

DIARIO DE UNA SOÑADORA: VII. Albalate De Las Nogueras


Cuando te das cuenta de que lo único que de verdad tienes es lo de siempre y a los de siempre. Cuando un pueblo hace de lazo imposible de romper, por muchos kilómetros de distancia que nos separen, por muy esparcidos que estemos, por muy diferentes que seamos, por mucho que maduremos a pasos dispares. Cuando te das de bruces y ves que es lo único que de verdad tienes, es porque es el momento de hablar de ello:
ALBALATE DE LAS NOGUERAS es un pequeño pueblo situado en la provincia de Cuenca (a una media hora de esta ciudad), en una pequeña elevación que lo convierte en un pueblo a rebosar de cuestas y, todas y cada una de ellas, llegan a la plaza del pueblo donde todos aprendimos a jugar y a pasar las tardes y las noches de verano, donde vemos caer el judas y montar el escenario. Y, así, van pasando los años.
Repleto de encantos, aguarda cada año a que lleguen fechas concretas y se vuelva un pueblo joven y lleno de vitalidad. Pero no solo lo aguarda el pueblo. Todos nosotros, aunque hayamos echado raíces en otro lado, volvemos. Y si volvemos es por qué algo hay allí que nos hace volver.
Comenzando por el comienzo, Albalate es el pueblo donde nació mi abuela materna. Es a ella a quien le debó el inmenso placer que me invade al pensar en los veranos ya pasados y en los que están por venir, en todos aquellos fines de semana que pasábamos al lado de la lumbre muertos de frio, y en todas esas Semanas Santas que me han llevado. Todo ese esfuerzo para que no se perdiese el gran espíritu que alberga el pueblo. Un espíritu de unión y acercamiento, de paz y tranquilidad, de bienestar y desconexión, de fiesta y diversión.
Mis primeros recuerdos de este ya quedan muy lejanos, pero siempre almacenados en esa parte, que más que del cerebro, forma parte del corazón. Esa parte donde los recuerdos nunca podrán ser arrebatados. Porque muchas veces sobrevivimos a base de bonitos recuerdos. Y yo, la inmensa mayoría de recuerdos bonitos, los acumulo estando en el pueblo, en mi pueblo, en Albalate de las Nogueras.
Es en este pueblo donde he forjado amistades preciosas que están por encima de muchos contratiempos que puedan darse a lo largo de los años. Es allí donde, cada verano, espero ver esas caras conocidas que tanto echo de menos. Donde no se pierde la confianza por haber estado meses sin contacto. Donde somos “todos para uno y uno para todos” (Los Tres Mosqueteros).
Volviendo al tema de los recuerdos; Albalate alberga ese tipo de recuerdos que te hacen sentir bien, que me ayudan a no decaer del todo cuando el mundo se me desploma. Como aquel cumpleaños sorpresa que me prepararon, las perdidas tardes de verano, las fiestas, mis quintos… Si voy momento por momento esta parte de mi vida puede no acabar nunca; así que, si en algún momento creo conveniente contar algún episodio detallado, lo haré.
Por todo eso, Albalate y su gente tienen un lugar privilegiado en mi corazón. Porque hay muchos lugares, pero solo uno en el que te sientes como en casa. Porque a muchos sitios se les coge aprecio, pero solo uno se añora.
Como yo quiero, aprecio y añoro Albalate; como sé que ellos: lo quieren, lo aprecian, lo añoran. Como yo los echo de menos, como yo le doy relevancia; tal como ellos lo hacen. Tal y como yo lo he plasmado.
Por y para siempre.