Bailaban entrelazados con las sabanas de su cama deshecha
entre traviesas e inquietas carcajadas, mientras un ligero pitido daba las
horas en un pequeño reloj abandonado en la esquina de una mesa que podía
servir para cualquier cosa.
Se perdían entre caricias y besos endiablados de pasión.
Podía respirarse amor en el ambiente y verse la complicidad
que existía entre ellos cuando se miraban a los ojos, perdiéndose en la inmensidad
de la mirada del otro.
Sus cuerpos traspasaban cualquier frontera visible, mientras
la sabana dejaba entrever trozos de piel, siendo imposible saber de quién era. No quedaba un milímetro del cuerpo del otro que no hubiese sido recorrido por las traviesas yemas de los dedos.
La habitación se llenaba de color con cada suspiro. La
respiración podía oírse desde el otro lado del pasillo, aunque esto no les
importara. Aunque en aquel momento tan solo fueran dos títeres que se dejan
arrastrar por la fuerte corriente de la pasión de dos amantes, que tal vez se
amen.