lunes, 18 de febrero de 2013

Me enamoré del viento.


Me enamoré del viento. Lo hice porque siempre quise ser libre. Siempre quise volar alto y, todo aquel que podía, me amarraba fuerte al suelo.
Sus caricias eran diferentes a las de cualquiera; podían llegar a todo el mundo, a todo aquel que quisiese dejarse enamorar.
Murmullaba en las oscuras noches de hojas caídas y en los cálidos días de sol.
Murmuraba palabras bonitas. Creaba poesía. Me gustaba escuchar su voz. Helaba mi sangre con cada estrofa de su humilde canción y mecía mis solitarios atardeceres con cariño, aprecio y amor.