Perdí la cuenta de las veces que escribí tu nombre en la
pared. Olvidé decirte adiós, o tal vez no pude, o quién sabe si no hice frente
nunca a esa despedida. Confié en que el tiempo
me ganaría; aún hoy espero esa partida: Nunca nadie llenará el vacío de tu
ausencia.
Me pierdo entre nuestros recuerdos, me embelesan tus fotos,
nuestros momentos…Hay días en los que sin ti no puedo.
Es respirar hondo y melancolía. Son tus ojos y en los míos
dos lágrimas. Es tu sonrisa, la que me llena de vida; aunque soy consciente de
que nunca más la volveré a oír reír.
Quiero ser nuestras últimas tardes de verano, la vitalidad
en cada carcajada, la felicidad en nuestras sonrisas, las promesas que no
llegamos a cumplir, el poco tiempo de tranquilidad dedicándonos la una a la
otra, los cafés, todos tus esfuerzos por hacerme feliz.
Pero sobre todo, quiero ser la persona que de fe de que
exististe, de que fuiste la estrella que ilumina el cielo cuando está nublado;
quiero ser un trocito de ti, para que nunca nadie olvide quien fuiste.
Te quiero pequeña.
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