jueves, 7 de julio de 2011

mm

No pretendo dejar de soñar porque esté cansada de hacerlo; simplemente prefiero rasparme los pies y dejármelos en carne viva gracias a tenerlos bien pegados al suelo.
¿Me sigues? Nunca he pretendido ser una alumna perfecta, ni una hija ejemplar, ni nada que se le asemeje.
Aficionada a la lectura, empecé a refugiarme en las historias. Y todo lo aquello que nunca te he podido decir, lo volqué en la escritura.
El miedo nos la jugó como en muchas otras relaciones; solo que en este caso no supimos darle remedio hasta que se hizo demasiado tarde.
Esto no es una carta de despedida, puesto que aún nos queda una larga convivencia por delante que no mejorará las cosas, ya que son un imposible.
Seguro, que si alguna vez lo lees, te darás por aludida y ojalá fuese yo capaz de enseñártelo (porque de decírtelo sé que no lo soy y lo admito: tengo miedo).
Nunca me cuestioné que se podía dudar de cierta clase de personas entre las cuales te encuentras. Supongo que durante mucho tiempo viví en un mundo idílico donde tenía un lugar por pequeño que fuera, y que aquel pequeño lugar me lo habías construido tú con tu esfuerzo implacable, pero de pronto me cayó el mundo a los pies y replanteándome todo, también me cuestioné si este lugar estaba hecho para mí y no, no lo estaba.
Ha pasado tanto tiempo ya que no recuerdo como era contarte las cosas. ¿Mi último recuerdo sobre esto? Los nervios de confesarte que, por primera vez, me “había enamorado”.
No te culpo de que hayamos perdido la confianza, realmente se que podría cambiarlo si me lo propusiera. Pero de nuevo demasiado tarde y demasiado miedo.
Creo que es la primera vez que en mis escritos sale tantas veces la palabra miedo, y si en algún otro la encuentras es porque habla sobre el mismo tema.
Y sobre temas, temo defraudarte y por eso de mi no sabes nada excepto una nota media de un curso que es mi obligación.
En fin, creo que ya me sinceré bastante con el papel. El calor no nos deja dormir, pero no creo que escribir solucione el problema. Así que, si algún día lo lees y te das por aludida, recuerda continuar portándote como si no supieses nada, recuerda cabrearte conmigo por estupideces  y acosarme por teléfono una tarde cualquiera para decirme nada. Puesto que así es como eres y no pretendo cambiarte (nunca me lo plantearía)porque te acepto, te respeto y, sobre todo, te quiero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario